Mudarse tiende a ser una experiencia agridulce más si es una familia con niños. Ahora les hablaré un poco de mi experiencia cuando mi familia se mude desde el estado de Nuevo León a Chiapas en México.

En ese momento mis hijas tenían 5 meses y 4 años. Así que como supondrán las bebé de 5 meses si bien si percibió el estres por el que la familia pasaba. Pues ella mientras estuviéramos juntos y tuviera su teta pues todo estaba bien.

El asunto se puso interesante con mi pequeña de 4 años. Ella ya se había mudado con nosotros varias veces se casa, pero nunca de un estado a otro y ahora había un factor importante que influía, ahora ella estaba en la escuela.

Si bien nos movimos hasta las vacaciones de verano, como quiera para ella no fue una experiencia del todo fácil.
Ella disfrutaba su nuevo hogar y tener más familia cerca, pero tener una nueva escuela fue una experiencia difícil.

Recuerdo muy bien cómo lloraba todo el camino rumbo a la escuela, me decía: mamá yo quiero mi otra escuela, yo quiero a mi otra maestra y ese tipo de cosas.

Aquí tenemos que entender que para un niño una mudanza es una experiencia en contra de su voluntad. Y uno tiene que ser muy paciente para explicar las razones del cambio de una forma que las pueda entender y aceptar.

Yo solía decirle que su antigua maestra y amiguitos también la extrañaba, pero que ahora estábamos acá y esta escuela estaba mucho más cerca. Ya que ella aún no entendía muy bien las distancias y creía que era fácil llegar a su otra escuela.

También recuerdo muy bien que los primeros meses cuando salíamos a la ciudad al oirnos decir ya nos vamos a casa, ella pensaba en Monterrey.

¿Pero que hacer?

Si bien es verdad que el tiempo ayuda y los niños suelen tener una buena capacidad de adaptación, también es real que existen estudios que respaldan el hecho de que los niños afectados por mudanzas suelen tener marcas emocionales.

No debemos ignorar lo que sienten. No reclamarle que lo sientan. Es normal, es un sabio importante y sobre el cual no tienen ningún control. Cambios en su sueño, apetito e incluso regresiones a conductas más infantiles como orinar las cama son comunes en este tipo de etapas.

Hay que ser pacientes y conscientes. Ofrecer siempre un ambiente de seguridad. Que nuestros hijos aprendan que lo importante es que su familia esté unida. No importa dónde y así todo estará bien.