Nunca antes pensé en que existiese bullying en preescolar, pero cuando Ania entro a primer año tomó clases junto al grupo de segundo grado. Tenia una compañera que la molestaba mucho. Se la pasa diciéndole que estaba gorda y cosas así.

Su maestra intervino de una manera muy acertada y el acosos cesó.

Ahora que mi niña entro a segundo. No solo tiene nuevo grupo. También es nueva escuela y nueva casa por que nos mudamos a Chiapas.

Ha sido toda un travesía emocional para toda la familia. Pero para Ania incluyó también tener que enfrentarse al acoso de nuevo. Y ahora no solo lo sufre, si no que también he notado que en ocasiones lo práctica. La he encontrado en situaciones donde decide que alguna niña no juegue o partícipe de lo que hace con las demás. Ahora utiliza frases amenazantes como: «ya no seras mi amiga» «No seras mi prima» «Tu no puedes jugar».

Y la verdad que es impresionante ver lo crueles que pueden ser los niños a esta edad. Pero también hay que recordar que así como hoy no se quieres mañana se aman. Así que es justo a esta edad cuando debemos enseñarles a no ser acosadores, defenderse del acoso y también defender a sus iguales de cualquier abuso que puedan llegar a presenciar.

¿Que esta pasando?

Según la Dra Flavia Sinigagliesi en niños pequeños (sala de 3-4 años) generalmente la agresión es física y por motivos concretos. Hay menos estrategia, y si la hay, no siempre se puede sostener en el tiempo. Un niño a esa edad puede tener una conducta de hostigamiento por un motivo un día y al siguiente olvidarse que eso ocurrió si no aparece el mismo estímulo.

Sin embargo, podría considerarse a estas conductas “probullying”, que cuando son reforzadas por el entorno o no son interrumpidas por la maestra, se consolidan como modelo de éxito.

En edades tempranas el bullying más frecuente es el físico directo (pegar, empujar) y el social directo (no dejarlo jugar). Las formas indirectas (hacer que los demás no jueguen con él) necesitan más planeamiento y ya empiezan a observarse en el preescolar.

El bullying

El término inglés bullying es conocido también como hostigamiento, acoso escolar, o bien, matonaje escolar. La palabra “bully” es empleada para denominar a la persona que acosa a sus pares mediante su conducta.

Beane (2006) destaca que para poder hacer frente al problema del acoso escolar como manifestación dañina de la agresividad, es fundamental asumir que estamos ante un comportamiento, una actitud o una relación, que si bien tienen una base agresiva, “no se puede confundir con otros comportamientos, actitudes y relaciones que, aunque igualmente tengan un cierto componente agresivo, no son idénticas”, de ahí la necesidad de conocer los rasgos que permiten diferenciarlo de otras conductas violentas.

Las siguientes características deben tomarse en cuenta a efecto de poder discriminar entre el bullying y un episodio de agresión o violencia que se presente entre estudiantes:

• Existe una desigualdad de las condiciones psicológicas entre sus participantes (Voors,2005, citado por Cobo y Tello, 2013).

• Cobo y Tello (2013) hacen referencia a que se presenta sin provocación previa de la víctima y de manera recurrente durante semanas, meses o incluso años; los ataques son físicos, verbales o psicológicos, con el propósito de ocasionar miedo, dolor o daño a la víctima, y existe un abuso de poder del más fuerte al más débil validado por el silencio de sus participantes.

• Las medidas preventivas se presentan cuando la dinámica de la agresión-victimización está muy arraigada, es decir, la víctima está tan indefensa que no “puede hacer nada para cambiar la situación, y el acosador ha consolidado un amplio repertorio de conductas agresivas” (Fuensanta, 2012, p. 25).

¿De donde viene esto?

Algunos estudiosos del tema como Foucault (1926), Bordieu (1930) y Dubet (1946), comentan que la violencia que puedan vivir los niños de manera indirecta suele afectar su conducta y comportamiento. Por ejemplo: afecta el rendimiento de los niños en la escuela cuando estos observan en su entorno algún tipo de agresión, observando en ellos cierto tipo de ansiedad, quejas por dolores de estómago, presentan dificultad para dormir, mal humor o aislamiento. “Los niños más pequeños pueden desarrollar ansiedad, quejas de dolores de barriga o pueden comenzar a mojar la cama. Pueden encontrar difícil dormir, tener arrebatos de mal genio, y comenzar a comportarse como si fueran mucho más pequeños de lo que son. Los niños más mayores reaccionan de otra manera” (Colegio Real de Psiquiatras, 2004).

Al respecto Florian (2003) refiere que la insatisfacción de las necesidades básicas en un niño o una niña podría hacerle experimentar frustraciones a temprana edad, especialmente cuando la madre es depresiva o violenta, llevándole a visualizar el mundo indiferente a sus necesidades y, por consiguiente, a experimentar odio y violencia por el displacer que siente ante el intercambio con el otro ser. De igual manera, el niño o niña, aprende que sus deseos difieren de los de la autoridad, en la medida en que tiene que aprender a autocontrolarse sometiéndose a las demandas externas e incluso recibiendo castigo. Es aquí, en opinión de la autora, donde se originan los vínculos sadomasoquistas, por lo que el placer se asocia con el sufrimiento en este vínculo primario.

Es decir un niño que es disciplinado de forma muy violenta y también acogido con expresiones de afecto exageradas. Provoca en el la idea de que se puede maltratar al ser querido. Y por ello muchas veces piensan que siendo abusivos manifiestan su interés en los otros.

En la actualidad los niños están muy expuestos a diferentes tipos de violencia de manera indirecta. Con todo lo que miran ya sea en televisión o Internet, y también con lo que escuchan con la música.

Pero que hacer en situaciones de bullying.

Bueno según el protocolo de actuación en caso de bullying de la UNICEF.

¤ Hay que determinar que tipo de acoso es el que se esta recibiendo. Ya sea cibernético, físico, psicológico, sexual o material.

¤ Hay que interrumpir el acoso.

¤ Hay que hablar con todas las partes involucradas.

¤ Hay que reestablecer la relación ahora de una manera sana.

Y es aquí donde como padres debemos todos involucrarnos. Es fácil pensar que solo es un problema de la escuela cuando nuestro hijo es quien violenta. Pero pensamos todo lo contrario cuando la situación es a la inversa. Lo cierto es que son problemas que necesitan intervenciones integrales. Y que en la edad preescolar es el mejor momento para parar estas actitudes y lograr que nuestros niños lleven relaciones mas sanas.

Yo trabajo todo lo que puedo con mi hija. Intento que aprenda a relacionarse de una forma adecuada. Que valore a sus compañeros y se de a valorar. Soy consiente de que quienes molestan a Ania están copiando patrón de algún lado. Y como no puedo intervenir en la situación familiar de cada uno de sus compañeros. Lo que me queda es enseñarle a respetar y defenderse de la forma mas sana que pueda. Siempre le digo que debe contar con un adulto de confianza a quien recurrir, alguien como su maestra, que sabe que cuidara de ella y de sus compañeros. Aquí es donde una buena comunicación entre padres y maestros da resultado