En marzo del año pasado le hable sobre el bullying, en específico sobre el acosos escolar en la edad de preescolar, mi hija ha cambiado varias veces de escuela y he podido darme cuenta que tan común es, y lo duro que es para los niños el vivirlo.
Siempre que escucho en cualquier situación a un niño insultar a alguien, pienso en donde habrá escuchado esas palabras, de done aprendió que podían ser una ofensa para alguien más, porque los niños no nacen hablando, mucho menos groserías, así que de algún lado salió eso.
No es la palabra, sino la intención.
Cuando mi hermano era pequeño y apenas aprendía a hablar, mi abuela paterna solía hacerle cariños. Con frases como “Chingada madre”, así es esa era una forma de cariño según ella, y bueno hasta ahí no había problema, mi hermano se emocionaba al oírlo por que podía entender la intención de su abuela de expresarle cariño, así que un día un tío llego a la casa y ama hermano de dos años le pareció bonito recibirlo con un “Chingada madre” y fue un gran error, recibió varias nalgadas de parte del tío antes de que mi madre, le aclarase que el niño solo le expresaba afecto.
Este ejemplo te lo comparto para que notes como los niños aprenden más de la intención de las palabras que de su sentido literal, lo que nos lleva a concluir que los pequeños que saben usar palabras como gordo o feo como insulto es porque de algún lado lo aprendieron así.
El odio es aprendido
Cuando nos convertimos en padres, al mismo tiempo estamos tomando la enorme tarea de ser la primera influencia en la vida de nuevos seres, y cuando nosotros mismos vivimos llenos de prejuicios, solemos inculcarlos a los niños.
Esta semana ha sonado mucho el tema del racismo en Estados Unidos, pero aquí en México tenemos tantos conceptos culturales prejuiciosos que vamos pasando por generaciones, que le hacen daño a nuestra cultura y no nos permiten crecer como sociedad.
Enseñarles a los niños que la imagen de un indígena es menos hermosa, o que debes temerle a alguien moreno que te encuentres en la calle, son estereotipos que solemos perpetuar y no son nada más que ideas de odio nos fueron compartidas y la interiorizamos desde la infancia.
El odio enferma
Cuando fomentamos pensamientos de odio en nosotros y los demás, provocamos grandes problemas en nuestro ambiente y en nuestra salud. Esto derivado del hecho de que nuestras emociones está directamente conectado a nuestra salud física y el odio es una emoción muy fuerte.
Según Robert Ader Cuando si hay ira u odio se liberan hormonas y sustancias como adrenalina, cortisol, prolactina; mientras más tiempo se secretan en el organismo más daño sufre el sistema inmunológico y el organismo es más susceptible a padecer de enfermedades y sufrir males cariacos.
Educar amor
De ahí que es muy importante educar en el amor y de forma inclusiva, enseñarle a las nuevas generaciones que no debemos despreciar o juzgar a alguien por su tono de piel, forma de vestir o lengua que habla, más bien mostrarles como tratamos a todos por igual, este es el camino que debemos seguir si queremos que nuestros hijos crezcan en ambientes sanos y gocen de salud física y emocional.